¿Qué quieres decir? (proyecto final del seminario de Comunicación y Tecnología)

July 5, 2010

Los alumnos del Seminario de Comunicación y Tecnología, Verano 2010, salieron a las calles y entrevistaron a conductores, construyendo un panorama emocional de una tarde de lunes en la zona de Santa Fe, Ciudad de México.

Ejercicio realizado por J. Alberto Balcazar, Carmen Cabral, Christian Carstensen, Gabriela Cuevas, Atzintli Deneken, Estéfani González, Ingrid Guerrero, Diego Guerrero, Jesika Ibarra, Ma. Fernanda Isita, Alejandro Macías, Federico Mallet, Héctor Mallet, Ximena Martínez, Rafael Masri, Norelly Montoya, Diego Morales, Angela Prince, Carolina Rivas, Samia Sarur, Adriana Solache, J. Andrés Solórzano, Luis Sosa, Laura Tirado, Jonathan Warschawski, Daniela Wartenweiler y Elías Zacarías.

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El tráfico en la ciudad de México aumenta el estrés y deteriora la calidad de vida de los habitantes de la gran ciudad.

Se estima que circulan 3 millones 700 mil automóviles dentro del Distrito Federal, con una incorporación de 200 mil carros nuevos al año. Aunque las calles de la capital han aumentado a un 16%, el flujo de carros rebasa el 60%. Para el 2020 habrá 6.8 millones de automóviles circulando en el Distrito Federal. Dentro de las horas pico, los autos alcanzan a recorrer al menos seis kilómetros en 30 minutos. En el año 2007, el presupuesto destinado para las vialidades fue 2 mil 580 millones de pesos.

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Nos movilizamos hacia la frontera entre la delegación Cuajimalpa de Morelos y Álvaro Obregón, a una de las áreas con mayor concentración económica y desarrollo del país: la zona urbana de Santa Fe. La hora exacta fue las 13:30 horas del 28 de Junio de 2010. El área de intervención, el cruce automovilístico conectando Santa Fe con Bosques de las Lomas. El motivo, realizar un contacto directo con aquellos conductores que viven a diario el tráfico de la Ciudad de México. A los automovilistas que esperaban el semáforo les hacíamos una pregunta con variaciones: ¿Qué quieres decir? (¿..al mundo, a quien maneja a tu costado?) o ¿Qué estás pensando en este momento? Las respuestas fueron escritas en pizarrones blancos de cartón y levantadas para vista de todos los conductores. Esto generó diferentes reacciones que pueden explorarse a través de gráficas, videos, animación, narración sonora — o un mapa concertando todo lo anterior con anotaciones y fotografías registradas por los alumnos (después del mapa puedes encontrar par del material audiovisual por separado).

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MAPA

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VIDEO documental de la experiencia

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//Nubes semánticas y gráficas ilustrando frecuencia de respuestas//

Nube Semántica (a)

Nube Semántica (b)

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VIDEO mostrando algunas respuestas

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NARRACIÓN SONORA con registros de la interacción entre alumnos y conductores

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ANIMACIÓN sobre la experiencia


Registro de visita

June 14, 2010

Registro de visita a la exposición de Brian Eno en el Museo Anahuacalli. La imagen representa los distintos trayectos recorridos por los alumnos del Seminario de Comunicación y Tecnología para llegar al museo.


Discernimiento del héroe (Comentario de Marat Sade con Laclau)

March 29, 2010

Por Lorenza Franco Rolón.

A Alí que no pudo completar el curso…

“Marat el bueno o Marat el malo

ustedes deben elegir”

Marat Sade de Peter Weiss, adaptada a la pantalla por Peter Brooke en 1964, es myse en abime de la representación, una matruska trágica en la cual el espectador debe elegir al héroe: Sade o Marat. Sea Narrador o protagonista, escritor o personaje, portador de la locura o la razón, sea bueno o malo, natural o civilizado, el proceso de identificación determinará las “grandes proposiciones y sus contratos”. En los albores de la edad Napoleónica y la disolución de los frutos de la Revolución Francesa, en tanto que Sade propugna por el uso de la fuerza para sumergirse en la imaginación buscando el aniquilamiento individual, Marat ha empleado las armas para buscar una mejora colectiva. ¿Quién es el bueno? iluminada duda con que Sade, personaje de Weiss, cierra la puesta en escena dejando al espectador con la pregunta entre los dientes.

Abre la pantalla un proemio en el cual se anuncian espectadores y personajes de la obra montada por Sade en el hospital psiquiátrico Charenton. Según nombre y trastorno el corifeo los presenta: Marat es paranóico, Sade es Sade, Charlotte Corday es narcoléptica y melancólica, Duperret es bueno aunque maniático sexual, mientras que Coulmier, el director del hospital, es Coulmier, un aliado del gobierno post revolucionario de Bonaparte. Las fronteras de la representación en tanto que límite entre la ficción y la realidad son difíciles de concretar: la matruska abre la posibilidad de identificar los efectos de la representación y el tabulador de su propio sistema de valores. Es el efecto durante el cual el personaje puede ser el héroe.

Inicia entonces el agón diferenciador: las voces se presentan en su propio juego. No son actores profesionales pero actúan desde la locura: punto de partida hacia la diferencia en un primer momento donde el mûthos por todos conocido del asesinato de Marat nos presenta a su vez a un enfermo. La Declaración de los Derechos Humanos como apropiación de la revolución dispone el marco institucional donde Sade, director de la obra, es también un loco. Los espectadores, la familia de Coulmier y los actores del proselitismo que financia Charenton —hospital psiquiátrico donde se combate el encierro y se busca la rehabilitación a través de la terapia educativa y artística—, juegan desde el sistema sadiano a treinta cinco años de la muerte de Marat, artífice del sistema mismo como personaje histórico. Las posibles diferencias entre las cuales jugaría el efecto de la representación se muestran un tanto más claras en la pantalla, última posible muñeca de nuestra matruska representativa.

La elección por el héroe juega durante el límite como efecto discursivo. Ahí mientras se abre el eje diferenciador se hace posible la elección. El efecto se muestra como un ordenamiento de los elementos puestos en juego en el lenguaje: el significante heterogéneo se colma de significado; los significantes locura, razón, civilización, naturaleza, enfermedad, sanidad, revolucionario, burgués hacen de la mezcla de sus elementos un orden. Siempre durante el efecto, lo cual no es meramente una reintegración dialéctica en tanto que tiene que mantener viva y visible la heterogeneidad constitutiva y originaria de la cual la relación hegemónica partiera. Estamos aquí en palabras de Laclau y ante las perspectivas de una retórica que versa sobre los efectos del lenguaje. Veamos.

Éste orden que se instaura, momento en el filme en el cual se decide por el héroe, podría entenderse como un plano donde dialécticamente se han repartido en oposiciones los elementos de un sistema. No obstante, si tal orden se considera como efecto éste necesariamente es temporal, mutable en sus significantes: se recrea y aniquila en sus diferencias múltiples como efecto de la retoricidad del discurso. Ya Barthes hablaba de la retórica como un campo de observación autónoma que delimita ciertos fenómenos homogéneos, a saber, los <<efectos>> del lenguaje. Sin embargo Laclau, retomando la insistencia de De Man de que todo lenguaje está regido por la materialidad del significante —por un medio retórico que disuelve la ilusión de toda referencia no mediada—, señala que en ese sentido el análisis de la literariedad sería el estudio de los efectos distorsionantes que la representación ejerce sobre toda referencia. Como diría Paul de Man, se trata de un aparato conceptual instrumental a los efectos del lenguaje.

En este sentido lo hetereogéneo no podría ser un elemento ajeno al sistema, trascendental, originario. Los significantes en tanto que personajes, entiéndanse prátontes aristotélicos, se colman y manifiestan durante el efecto a partir de una de las posibles diferencias que entre ellos constituye el lenguaje. De modo que el significado vendría a ser un efecto de una relación entre significantes. Estos que actúan son distorsionados por la representación que se hace de ellos y esa distorsión es siempre un nuevo orden, la hegemonía en otro rostro que se muestra como una de sus posibles diferencias, los medios posibles de esta representación distorsionada.

La palabra hegemonía no es fortuita, el héroe como significante existe ella, en la posibilidad de totalizar el sistema, de sobredeterminar alguna de las diferencias o identidades políticas. Laclau la considera un movimiento tropológico generalizado, lo cual está lejos de la concepción de una diferencia única, heterogénea en lo absoluto a un sistema cerrado, lo cual ciertamente instaura una oposición en la cual ésta diferencia es siempre anterior al sistema, externa, trascendental. Tampoco es fortuito el plural de Laclau en “alguna de las diferencias”: en tanto que ésta diferencia única también tiene acceso al campo de la representación, siempre cualquier diferencia es una diferencia más.

La hegemonía, en este sentido, es una relación, una función que puede ejercer cualquier elemento interior al sistema —cualquier significante—, a través de la catacresis de una diferenciación —anulación del significante literal—, de una metonimia contingente donde la diferencia se totaliza como única. Siempre durante un efecto del lenguaje, por lo cual la sutura hegemónica es necesaria y primordial, siempre posible como la desocultación de una catacresis: la puesta en escena de los elementos heterogéneos.

Aquí el héroe puede ser una diferencia más, pero puede ser Una durante el ejercicio de un poder. Sade o Marat como disyuntiva suceden durante los efectos del lenguaje, y pueden en ellos ser héroes o no. Todo depende de la instauración de los límites: una vez que una diferencia cumple su función de más allá, como una diferencia en si misma, el estereotipo de héroe por ejemplo, cobra el carácter de una exclusión, su rol como límite es restaurado y con ello la posibilidad de emergencia de un sistema completo de diferencias. Siempre durante el efecto del lenguaje donde todas las diferencias internas al sistema establecen entre sí relaciones de equivalencia en oposición al elemento excluido. Si uno es héroe, todos los hombres diferentes tendrían que mostrarse en términos de oposición.

Ahora, para Laclau toda identidad se constituye en el interior de la tensión irresoluble entre equivalencia y diferencia. La necesidad de escoger a Sade o a Marat planteada por el corifeo desde el proemio invita al proceso de identificación: éste se manifiesta como efecto del lenguaje. “Quién es el héroe” sucede en el durante el efecto. No obstante ese durante es una hegemonía parcial y contingente que funciona contextualmente. Esos contextos son residuos de un proceso de totalización, de un cierre sistemático donde el límite se perfila como tal: digamos que en algún momento lo bueno y lo malo se definen, el uno como uno y el otro como el otro, y punto. ¿Pero cuánto tiempo dura tal fijación y cómo? A veces lo suficiente como para que otro responda lo contrario.

¿Quién es el héroe cuándo? nos preguntaríamos entonces. Podría pensarse que al margen de los personajes, o como efecto de sí como significantes, la respuesta dura una risa: siempre después de conceder una ironía a un efecto del lenguaje. Esto implicaría que la ironía se logra en su recepción y no en su génesis, no obstante el héroe la emplea para localizar el reconocimiento, la identificación: si ríe somos nosotros; si no ríe son ustedes. En este sentido resulta comprensible que la retórica como episteme haya sido durante siglos la sistematización de los tropos.

La dominación de una técnica constituyente de órdenes sociales está siempre puesta en juego; la técnica entendida en los términos aristotélicos de Barthes: como institución especulativa de un poder para producir lo que puede existir o no. Sin embargo, ese poder no podría pensarse como algo anterior al uso del lenguaje y en ese sentido, el ordenamiento de los significantes como efecto reside también en la identificación del mismo y la exclusión del otro. Fijación sin templo fijo de los significantes, los actores, nuestros héroes.

Ahora, qué hace el espectador al reírse de un efecto del lenguaje, de un tropo, ¿qué sucede cuando Coulmier interrumpe la obra para censurarla? —así como Eugenio Derbez hacía vestido de portero al decir ¡“córtele mi chavo!”—. Parabasis en la cual las diferencias se develan magia de pronto, como un efecto que permite discernir las distintas representaciones. Parábasis en un sentido deManiano pero sin implicaciones infinitas. Quien se ría y lo identifique, entiende durante el efecto que hay varios planos en juego.

El espectador tiene una tarea: responder a los efectos del leguaje. En Marat Sade, se escucha la risa de alguno de los espectadores tras rejas: éste ha logrado identificar las diferencias instauradas en el discurso, se percata de los distintos planos de la representación porque es partícipe de ellos. Como espectador es herencia del muthos representado y presencia en el mundo de la representación; para nosotros es representación de tal presencia, y como diferencias, estamos también sujetos a ser una representación más. Si reímos al reír un personaje alineamos los significantes análogamente, si no reímos por ofensa también: pero si escapa de largo la ironía, si tal efecto no se logra cabal, la fijación de la relación hegemónica queda en entre dicho. No habría tal como una sola diferencia que marque la pauta: las distintas diferencias permanecen latentes y visibles, abriendo la duda reiteradamente, la pregunta por el héroe que incluso Sade deja abierta al final de la obra.

¿Quién es el héroe cuándo? Sigue en pie nuestra pregunta. En la conmiseración, en la risa, en la seriedad, en la incomodidad, en la fe, en la subversión, en el miedo, en el asco, en la admiración, efectos todos del lenguaje, el héroe como significante busca establecer su relación hegemónica. El discurso ejercido por los distintos actores y personajes, en una complicidad y pugna discursiva, produce las pautas de la identificación, de la identidad como exclusión necesario. ¿Quién es el bueno, quién el malo? ¿Dónde está la hamartía de cada posible héroe? ¿Dónde el efecto trágico donde al final el error del héroe se muestra en sí mismo como único?

La pregunta vendría a ser más bien ¿cuándo?

Siempre durante un efecto del lenguaje.


La mística del Tambor

March 10, 2010

Por Analía Ferreyra.

“Autoservice “El Mago” y Esteras Machado presentan: Escuela de Samba Sol Naciente”, rezaba la manta.

Los tambores se escuchaban una cuadra antes, pero eran un murmullo tenue, un susurro, un secreto al oído de los presentes.

Ribera, a diferencia del resto de los días, estaba llena de “gurises”. Disfrazados, comiendo, gritando, tirando papeles, mirando los grupos de Lubolos, prestando atención al movimiento de cadera de las reinas del carnaval. Parecía que era a ellos a quienes les hablaba el acto, sin embargo, después entendería que hay una parte del carnaval que sólo le habla a los mayores, con la gravedad del sonido que surge del pecho y se extiende radial por todo el cuerpo.

Al borde de la calle, el místico sonido de los tambores me hipnotizaba. Podía escucharlos hablar. Me hablaban a mí y a las decenas de personas que, sobre las veredas, veían pasar el corso barrial, mientras aplaudían o movían, de menos, una pierna.

Las palabras de los tamboriles, balbuceantes al principio, poco a poco se aclaraban, conforme el director, silbato en la boca y manos revolucionadas, pedía a los tambores que crecieran como las olas de un picado mar. En cada repique, me decían, claramente, casi a gritos, “así suena el hogar”.

Entre maderas y panderos, los pies descalzos de una niña que se movía como si el mañana no existiera golpeaban el piso con certeza y velocidad. Seguían su camino calle arriba y llegaba el gran final de la fiesta popular.

El último grupo estaba por arribar. Los banderilleros, coloreaban el aire con sus banderas, mientras los niños más pequeños intentaban llevarse el arcoiris a las manos, respirarlo con los ojos, saborearlo como helado.

Entraron a escena las jirafas, altas y quietas, destilando elegancia en su desfile. Las siguieron las cebras, que con rapidez dieron paso a los rosados flamingos que, en tacón de aguja, buscaban emparejar sus pasos con el cantar de los tambores.

Detrás venía el rey de la fiesta. Gabi, el dueño de la panadería del barrio, en traje negro con lentejuelas, hacía su aparición. Los presentes lo esperaban con ansias desde el inicio del corso, gritaban, la gente se animaba y entraba al baile con él. Los tambores gritaban, las palmas seguían y el cuerpo se animaba más de lo que pensaba podría.

Mi cadera, contenida por la pena que sólo puede sentir quien no creció con el carnaval como cotidiano, se movía tímidamente siguiendo las instrucciones del “ta ta ta ta” del cuero y la madera, siguiendo la sangre, siguiendo los cantos y la mística del tambor. Me uní a la fiesta, decidida a, a partir de ahora, siempre prestar atención a los cantos de la percusión.


Telemaquía Alejandrina

December 9, 2009

Por Andrés Castillo

He aquí la historia de quien, de tan noble, acabóse por derrumbar el teatro de su educación – Alejandro el macedonio: “rey de reyes”.

De Zeus y de Sémele nació, alumbrado por fuego, Dionisio. Al norte de la cordillera de Citerón, separando a Beocia de Atica vivió también ahí Heracles. Tebas. En cuyo camino marchó al exilio Edipo. Donde más tarde Antígona retó a Creonte encontrando su trágico destino. Para los años de Alejandro el Macedonio, aquella era el mausoleo de la educación Griega. La educación en el sentido pleno de la palabra. La paideia. Símbolo de sus formas y propósitos. Proceso espiritual mediante el cual el griego se volvió Griego. Y que se materializó en las formas literarias griegas, o más bien éstas fueron sus instrumentos, pues es notable lo consciente del proceso en los autores.

De los cantos gnómicos a la épica, de la épica a la tragedia y a toda forma literaria que aun le concierne a occidente, siendo el último la novela, hija de la decadencia griega, hija pródiga de los “modernos”. En una novela, Calístenes, nos narra las hazañas de quien merecía ser cantado por Homero. A quien ya en vida mil poetas se ofrecieron a componer su propia épica, y a quienes respondió “prefiero ser el soldado de Homero que el Agamenón de sus obras”. El Alejandro de Calístines, que fue a quien conocimos hasta el siglo XVIII es el que nos interesa. El otro, al que se trata de hacer hombre, no es ni su sombra. El primero es el hijo de la formación espiritual griega. Se había alzado ésta entre todos los pueblos hasta entonces deambulando una masa informe, como la primera en plantearse un modelo de hombre. Un ideal de éste. Y dicho ideal se había encarnado en el héroe. Conjunción entre lo que se dice, se piensa y se hace. No importando que la congruencia le llevara, como llevó a Aquiles, a su perdición. Como en Tebas dejó morir, condenada por Creonte a Antígona.

El héroe determina las leyes del ser, actuando conforme a una ley superior a él. La ley del cosmos. Comprender al Héroe, para los griegos, era forjar el espíritu. La instrucción técnica, la techné, permanecía en una categoría menor. Pues bien, el rey con rostro de León tuvo una comprensión notable de éste y se convirtió en uno, en términos reales y en el sentido literario lo hizo mediante Calístenes. No se plantea que el muchacho portador del areté heroico haya hecho una lectura más adecuada de la mitología. Fue más bien como si cayera Alejandro a un relieve de su misma forma. Alejandro nació frente al camino del areté. Recordando, por ejemplo, que los primeros discípulos de la épica fueron los nobles. Sus personajes están basados en la nobleza de los tiempos anteriores a Homero. Y a menudo proyectan la importancia de las buenas maneras y del manejo sabio de su posición privilegiada. Privilegiada, no sólo por la riqueza, sino por el linaje y finalmente por sus acciones. Hombre de buenas maneras, inteligente, de actos notables en la batalla y justo. La educación, hoy que la reclamamos para todos los hombres, debemos recordar, nace junto con la diferenciación de clases en Grecia.

Clases más allá del lugar en la escala de poder de la ciudad arcaica aunque después estuvieran necesariamente asociadas en la cultura clásica. La educación era, pues, una forma aristocrática del poder, según Wegner. No obstante Grecia también reconoció que entre el ciudadano común existiera la virtud. Testimonio de ésto resulta Hesíodo y sus héroes campesinos. No obstante Alejandro está relacionado con el primero. Su ser, como ex machina, estaba orientado a serlo. Y no era un adulto cuando ésta máquina rebelóse contra Filipo y declarara la guerra a los bárbaros. Con una visión sin precedentes sobre el mundo unido. La concepción de la ecumene encuentra en el macedonio su proyecto. Distinto en sus fundamentos a las campañas de Xerjes o de Darío. Pues aquello no era simplemente extender tentáculos de poder divino, sino en el universo finito y ordenado, crear un centro, habitado por el verdadero hombre y sus ideales, y cuya historia se desenvolvía en el tiempo y en el espacio. Era pues, la ocupación del escenario de la historia. En este sentido, historia, en un primer momento, significa la exploración de mundos desconocidos.

Como destino manifiesto el oráculo advierte; “todo el universo ha de voltear hacia las 5 colinas de Alejandría”. Pues bien, el joven, la máquina perfeccionada de la educación griega, marcha, con el fin de unificar a Grecia, hacia el museo icónico de la mitología que le ha dado lugar a su ser heroico. Bien sabe ésto Ismenias, que amenazado de que en caso de no dejar de rendir tributos a Darío y rendírselos en vez a Alejandro, Tebas caerá, trata de convencerle:

“De Zeus y de Sémele nació en Tebas Dionisio y de Zeus y de Alcmena aquí fue engendrado Heracles. Ellos se han mostrado auxiliadores y pacíficos. Son precisamente tus antepasados. Debes imitarlos y practicar beneficencia ¡Imítalos ya, que tan nobles y generosos fueron en general y vuelve en beneficencia los motivos de tu cólera!”

No cuenta Ismenias que el joven Alejandro obra ya como el héroe tiene una misión y, en lo que se convierte en la gran paradoja de la paideia Griega, el héroe en carne y hueso, en congruencia con su destino, arrolla el escenario y los iconos de la mitología.

“!Perversísimo animal, execración de los dioses, villano vástago de raigambre bárbara, tú, reliquia de criminales pesadumbres! ¿Con decirme tus parlamentos sofísticos y amañados, pensabas engañar a Alejandro? “

Termina aquí de rebelarse el rey, atacando a la sofística. Contra los filósofos; Aristóteles entre ellos. Y reduce hasta cenizas Tebas, y perdona sólo al flautista Píndaro a quien hace tocar mientras la ciudad cae. Una especie de marcha fúnebre. Habrá sido, desde mi interpretación forzada, el pequeño tributo producto del leve cargo de conciencia de la rebelión, pero ya fundamentada ésta irrevocablemente.

Bien los personajes épicos representan distintos rasgos del ideal de hombre. En la Odisea, que es una forma educativa más elaborada, en términos de los rasgos heroicos que ahí se exploran, Telémaco deja de escuchar a Penélope para emprender sus hazañas en busca de Ulises. Su ethos ya se elevaba por encima de la voz de autoridad, proyectando la congruencia del ser.

Alejandro, poseedor de todos los rasgos de los héroes, lleva a cabo su telemaquía quemando Tebas.


Minimalismo de una ventana

December 9, 2009

Por Oswaldo Trujillo.

Jamás estuve en Roma. Esa era una razón más para acompañarla, pero había un acuerdo tácito entre nuestros deseos. No nos pertenecíamos sino en la intimidad, no estábamos ligados a nombres, ni planes compartidos. Viajar a Roma era algo suyo, no mío, y así lo entendimos.

A una semana de su partida comencé a recibir sus fotografías. Supuse que tan pronto conociera a alguien ese pasatiempo desaparecería, pero nunca faltaron en mi buzón los risueños sobres blancos que contenían las imágenes de su travesía.

Las fui apilando por bloques que narraban sus anhelos. El primer mes todo era nuevo y yo recibí la ciudad completa en grandes paisajes panorámicos. Nada de la vieja Roma faltaba. La terracota y el mármol del foro convivían con el bronce de los museos y la pátina amarillenta de los muros de los restaurantes.

El segundo y el tercer mes algunos barrios no volvieron. Había en las imágenes de entonces una predilección por los años y las superficies más disímiles. Los rostros mecánicos y pálidos de los turistas orientales descritos contra los muslos de una escultura desnuda presumiendo su negro y duro silicato. Trajes ejecutivos de corte recto, corbatas y minifaldas, sombreros de un negro elegante contra los círculos imponentes de las fuentes públicas y sus ruidos de naturaleza civilizada.

Un cambio brusco se produjo el cuarto mes. Las grandes estructuras, los enormes museos e impersonales plazas cedieron espacio a un solo lugar. Sus ojos se concentraron en la gente y las esquinas de su barrio que llegué a conocer mejor que el mío propio. Las rotundas arrugas de la vendedora de flores de la esquina, la silla blanca desarticulada que a cierta hora del día pintaba una sombra escuálida y cómica sobre la pared frontal del que debía ser su café favorito.

De a poco, se fueron acabando las plazas, los cafés, las esquinas. Sólo quedaba un lugar que la lente no había retratado: su casa, pero jamás recibí una fotografía de ella. En cambio, a los últimos paisajes mínimos de su barrio siguieron fotografías con partes de su cuerpo. Manos, espalda, muslos, pechos y su sexo. Lo último en aparecer fueron sus ojos en un plano cerrado que resaltaba una pupila dilatada por su gana, mi gana.

No sé si las postales se siguieron apretando en el buzón de la casa de la calle de Ortigas. Cumplido el año exacto, partí hacia suelo itálico. Nunca había estado en Roma pero ahora la conocía tan bien que no fue difícil encontrar a Chiara con sus arrugas y flores, ni llegar a la silla y al café della Piazza. Su edificio, el único del barrio del Gianicolo ausente en las fotografías, estaba rodeado por un hermoso macizo de ladrillo rojo y hiedras verdes. La esperé afuera esa tarde y la siguiente, pero no tuve éxito. Hablé con la casera y acordamos que alquilaría un apartamento hasta que ella volviera.

Hoy recibo un sobre mate blanco. En él hay dos postales. Lo abro despacio como para prolongar algo que ya adivino. Esta vez empezó por fotografiar sus ojos. LA segunda foto es una panorámica de su espalda en un paisaje conocido. Mi cama, mi cuarto, nuestra casa. Cierro el sobre y escucho los sonidos de este barrio que ya me pertenece. Comienzo por fotografiar todas las esquinas del apartamento. Mañana o pasado –el próximo año quizá –cuando estemos juntos, podremos completar, finalmente, la colección de toda la urbe romana.


Montage, Bradbury y la República

October 30, 2009

por Andrés Castillo

Entre los primeros hombres-libro con los que se topa Guy Montage se encuentra la República de Platón. Resulta curioso que la historia de la Filosofía aplique a Platón un adjetivo compuesto similar al de los hombres-libro; Platón es el primer Filósofo-escritura. En tiempos de Platón, la escritura alfabética apenas comenzaba a considerarse como forma de comunicación relevante. Incluso, en éstos diálogos, se acusa a la emergente escritura de amenazar la memoria de los hombres, de entre los cuales, no se admira ninguna más que la de los poetas.

Aquel hombre-libro encarnando La República no es tan distinto al poeta antiguo recitando cantos Homéricos. En aquella aldea contestataria, la poesía vuelve a su estado oral. Si bien sus habitantes logran preservar lo que ellos llaman la memoria de la civilización, no hacen frente al verdadero problema que supone la desaparición de la lectura; la desaparición del acto de escribir.

El propio Platón, si bien lleva al texto los problemas filosóficos de su tiempo, no representa aún el sujeto creado por la escritura.

Los Diálogos no son aún la articulación de una voz individual; es la polis la que habla en el texto. Si aquel hombre libro admiraba, igual que Montage, el hecho de que detrás de cada texto se encontraba un hombre, ha elegido el texto equivocado. Es hasta pasado un tiempo que el hombre encontró en el acto de escribir una voz del pensamiento que sin el texto se vuelve imposible de articular. Sea ésta voz el lugar desde donde la filosofía y la literatura nos hablan; la que delimita su terreno. Bradbury debió saber ésto, si se quiere, inconscientemente. De tal modo que entre los hombres libro no encontramos a un Ley general de la gravitación.

Yendo más allá de la lectura hermenéutica de las llamadas memorias de la civilización, encontramos que en los libros se cristalizan, mas que significados y descripciones, las aspiraciones racionales del hombre-escritura. El hombre que no sólo interpreta su mundo, le somete a un ritmo dramático, crea mundos o simplemente teje formas estilísticas del lenguaje: también aquel capaz de hacer una lectura paciente de las cosas. De extender minuciosamente un único pensamiento. De ofrecer una ventana estable del mundo.

ventanaLa sociedad de la que escapa Montage, ofrecía otro tipo de ventanas. Monitores y carteles desplegados por toda la ciudad. Se vuelve evidente el carácter profético de la obra, aunque quizás, sea solo en apariencia.

” ….haz visto los carteles de 200 pies..?” ” los autos se volvieron tan veloces que los anuncios tuvieron que extenderse para ser vistos.”

Veamos. No recuerdo ahora un cartel de 200 pies de largo. Recuerdo haber visto 5 comerciales en dos minutos en televisión. Quizás la metáfora de Bradbury haga sentido hoy en un orden inverso. Los mensajes son los que viajan a una gran velocidad, y los hombres tienen problemas para dar sentido a todo lo que observan.

Nuestros monitores distan de ser muros parlantes. Sus mensajes no buscan inhibir el pensamiento, ni de promover la uniformidad. Sin embargo, lo que ahí sucede es sometido a un reciclaje simbólico. La atracción y la dialéctica se ausentan y el mundo entra en un montaje errático. Si en algo se distinguen éstas matrices de los libros, es en su incapacidad de prolongar un pensamiento.

Más que obras de teatro como las que absorbían a la Sra. Montage, estamos ante una ventana instantánea de acontecimientos. La realidad que leemos bajo el concepto de noticia deviene en lo que Focault describía como “el pensamiento volcado a la inminencia del acontecimiento”.

Se sorprendería Ray Bradbury al ver, que a pesar de la proliferación de carteles y monitores, y de lo impopular de la literatura ( la literatura siempre ha sido impopular), no encuentro tan estropiada mi memoria, ni mis oportunidades de ser relativamente único; me encuentro, más bien, sin tiempo de preguntarme ¿Qué es la Justicia?, ¿ Qué es la verdad?. Me encuentro incapaz de tejer en ochocientas páginas todas las sensaciones de un solo día recorriendo Dublin.

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Salvation or Tragedy: The Dichotomy of Drug Rehab in Mexico City

October 30, 2009

By Carlos Davalos

Observatorio is a seemingly ordinary area on the West side of Mexico City, neither rich nor poor. It is an average part of DF, where houses look all the same, gray, and all stacked one right next to each other, like old shoe boxes pilled in a dusty corner. There are ordinary businesses like tire repair shops, bakeries and tortillerias. It is a neighbor to Santa Fe, the brand new corporate center that hosts all the transnational brands. For some of the economically privileged, who see it only from the inside of armored vehicles crossing to the wealthy invulnerable neighborhoods, places like Observatorio do represent a dangerous area.

It is suggested to enter Observatorio with a paranoid attitude.  “Fear will keep you alert,” some policemen say. Observatorio is the last stop of the pink metro line on that side of the city’s map, and there is a famous bus station with regular trips to Jalisco, Michoacán and Querétaro. A lot of people who came from the rural areas but couldn’t tame the beast (as some residents of Mexico City call it) wander around the station, begging for money, wearing the same sombreros they wear in the corn fields.

This neighborhood is built over a slope so that the rooftops march down steeply, linked by a spider-web of small alleys and streets with no order. Many buildings show unfinished top floors that left rusting steel rods sticking up when the money ran out.  This area is also known as a dense, underground drug hub.  “It’s a lost city in the city,” Observatorio locals say.  People here go to work, leave their sons and daughters at school or walk down the block to get the freshest bread, they all live normal lives, but they also describe how “deformed, pale, slim zombies” ramble around their neighborhoods at night, though they see  them only through windows and barely opened curtains.

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Night eliminates the ugly features of the busy, pressured days, and lets morals go to sleep. “Night is my everyday blessing,” said a Mexican taxi driver that works in the prostitution and drug circuit, where bad intentions and uncontrollable addictions easily intertwine with the anonymity provided by the dark hours. “They come out of everywhere, corners, doors, windows, roofs… everywhere. I’ve actually seen them coming out of the drain,” said 29-year-old Marco Urielas, an ashy looking music collector who often wore orange shirts. “They are carrying things to sell … a pair of glasses, a fancy pen, a compact disc, a cell phone, anything that can be shoplifted from anyone or anywhere,” he continued, nervously picking at his fingernails: “And they’ll sell it for rocks; more expensive means more rocks.”

[…]

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Factores que llevaron al surgimiento de refugiados guerrilleros en Afganistán

October 29, 2009

por Pablo Solís Vega

Desde mediados del siglo XX se ha puesto especial atención al problema de los refugiados. Hemos visto a lo largo de la historia grandes movimientos de migraciones forzadas que han llamado nuestra atención. En la actualidad, el tema de los refugiados ha tomado mayor relevancia no sólo porque el número de refugiados se ha elevado, sino porque representan un nuevo reto para la estabilidad del sistema internacional. En este breve ensayo nos interesaremos en delimitar cuáles han sido las principales razones o condiciones para que se creen este tipo de grupos armados.

Como veremos, desde la definición del término “refugiado guerrillero” existen contradicciones importantes con respecto al tratamiento de este tipo de grupos. Con el pasar de los años hemos visto a una comunidad internacional mucha más organizada, que ha mostrado mayor preocupación por resolver estas crisis humanitarias. Sin embargo, la ayuda de ésta ha sido poco efectiva en lo relacionado al tema de las comunidades de refugiados guerrilleros. ¿Cuáles son los factores que provocan el surgimiento de refugiados guerrilleros? ¿Cuáles son sus principales implicaciones? ¿Por qué la ayuda humanitaria ha sido poco efectiva?

Hasta ahora, han surgido dos corrientes de pensamiento que tratan de identificar las razones por las cuales surgen este tipo de comunidades. La primera teoría indica que las causas de estos movimientos vienen desde el origen del conflicto, y la otra acusa que el problema fundamental reside en la falla del sistema internacional en ayudar a estas comunidades independientemente del estado que los expulsó.

afganistan

Para lograr nuestro objetivo, hemos decidido estudiar el caso de los refugiados guerrilleros en Afganistán. La invasión soviética de 1979 en el país del medio oriente creó un flujo masivo de refugiados que en su punto álgido alcanzó la cifra de 6 millones de desplazados, quienes buscaron refugio principalmente en Irán y Pakistán. Por la naturaleza del conflicto, la ayuda humanitaria no se hizo esperar, trayendo a la región grandes cantidades de dinero e infraestructura. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos, a más de 25 años de iniciado el conflicto el problema de los refugiados afganos no se ha resuelto por completo. Una razón que explica esto es que durante el conflicto surgieron movimientos de refugiados guerrilleros importantes, mismos que después de la invasión tomarían el poder.

El objetivo de este ensayo es identificar cuáles fueron los principales factores que llevaron al surgimiento de estas comunidades armadas, y cuáles son las características de este tipo de movimientos. Como veremos, a pesar de que existen factores heredados desde la expulsión del país, la creación de este tipo de guerrilleros se debe en gran parte a la falla del sistema internacional en no resolver la disputa. Así, la politización del conflicto, aunado a una guerra de intereses tanto políticos como ideológicos por parte de la comunidad internacional, sentaron las bases para que surgieran refugiados guerrilleros afganos. Después de hacer una breve recapitulación histórica, analizaremos las políticas de ayuda del sistema internacional y la labor de las agencias humanitarias, tanto de la ACNUR como de las múltiples ONG’s que llegaron a la zona. Posteriormente, analizaremos cómo se fue dando la politización del conflicto estudiando cuáles eran los verdaderos intereses de las potencias regionales y las internacionales dentro del conflicto. Como veremos, los motivos de estos fueron tanto políticos, como ideológicos y religiosos, lo que provocaron que en algún momento se diera una politización de la ayuda lo que estimuló que ésta dejara de ser humanitaria.

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